La interrupción abrupta de los ciclos circadianos durante el reciente apagón masivo podría desencadenar efectos moleculares que comprometen nuestra salud a largo plazo, más allá del impacto evidente en infraestructuras
Impacto molecular del apagón en tres niveles clave
El reciente apagón que afectó a millones de personas el pasado 28 de abril no solo paralizó infraestructuras críticas y alteró la vida cotidiana, sino que también pudo haber dejado una "huella invisible" en nuestro organismo a nivel molecular, según revelan nuevos análisis científicos.
Cuando los sistemas biológicos que dependen de ciclos predecibles de luz-oscuridad se ven súbitamente alterados, se desencadenan respuestas celulares que pueden persistir mucho después de que se restablezca el suministro eléctrico.
Estrés oxidativo descontrolado
La interrupción brusca del sueño y de los ritmos cotidianos favorece un desequilibrio redox significativo. Al alargarse los periodos de vigilia sin la señal lumínica adecuada, aumenta la producción de especies reactivas de oxígeno (ROS), moléculas altamente reactivas que pueden oxidar lípidos de membrana, proteínas y ADN celular.
Este daño compromete la integridad celular y desencadena respuestas inflamatorias locales. Además, el estrés psicológico agudo provocado por el colapso de infraestructuras libera catecolaminas y cortisol, hormonas que amplifican la formación de radicales libres y sobrecargan los sistemas antioxidantes naturales del cuerpo.
Mitocondrias bajo presión extrema
Las mitocondrias, consideradas las "centrales energéticas" de nuestras células, están estrechamente gobernadas por el reloj circadiano, que coordina procesos esenciales como la biogénesis mitocondrial, la fosforilación oxidativa y los sistemas de detoxificación de ROS.
Cuando los ciclos luz-oscuridad y alimentación se descuadran súbitamente, como ocurre durante un apagón, se reduce significativamente la eficiencia en la producción de ATP (la molécula energética celular) y empeora la eliminación de radicales libres. Esta disfunción mitocondrial, si se mantiene, puede asociarse con fatiga prolongada, dolor muscular y un estado proinflamatorio sistémico que afecta múltiples órganos.
Desequilibrio del microbioma intestinal
Nuestro microbioma intestinal también sigue ritmos diarios precisos y responde intensamente a las hormonas del estrés. Las alteraciones en el horario de las comidas junto con el aumento de cortisol pueden inducir disbiosis, un desequilibrio caracterizado por el declive de bacterias beneficiosas productoras de ácidos grasos de cadena corta (SCFA) y la proliferación de especies potencialmente patógenas.
Este desbalance puede traducirse en mayor permeabilidad intestinal (conocida como "leaky gut"), activación descontrolada de la inmunidad innata y predisposición a procesos inflamatorios crónicos que afectan diversos sistemas corporales.
Protocolo de "higiene metabólica" para emergencias
Ante estos hallazgos, expertos recomiendan implementar pautas específicas de soporte celular y mitocondrial que podrían minimizar estos efectos invisibles durante situaciones de emergencia:
- Control del ciclo luz-oscuridad: Utilizar luz ambiental cálida y proteger la producción natural de melatonina para preservar los ritmos circadianos esenciales.
- Higiene del sueño: Promover siestas cortas sincronizadas con el reloj biológico y crear entornos frescos y oscuros que favorezcan el descanso reparador incluso en condiciones adversas.
- Nutrición programada: Disponer de raciones de emergencia que incluyan prebióticos, probióticos y nutrientes clave como Coenzima Q₁₀, vitamina C y N-acetilcisteína para reforzar las defensas antioxidantes y mantener la salud del microbioma.
- Soporte psicoemocional: Implementar técnicas de respiración y relajación para moderar la liberación de cortisol y catecolaminas, mitigando así el impacto del estrés agudo a nivel molecular.
Estos protocolos podrían constituir una nueva dimensión en la preparación para desastres, incorporando la salud celular como componente esencial de la resiliencia ante emergencias que interrumpen nuestra relación con los ciclos naturales.
Cómo potenciar tus mitocondrias en tiempos de crisis y más allá
Para que tus mitocondrias funcionen como auténticas "centrales energéticas" 🔋, ten en cuenta estos pilares infalibles:
💪 Ejercicio regular
Tanto el entrenamiento de resistencia como el aeróbico inducen la biogénesis mitocondrial (vía PGC-1α) y mejoran la capacidad oxidativa de las células musculares, reduciendo disfunción y estrés oxidativo asociado a sedentarismo y dietas poco saludables.
🥗 Nutrición mitocondrial
Asegura aporte adecuado de cofactores y antioxidantes:
- Vitaminas B (B1, B2, B3, B5) y magnesio para enzimas del ciclo de Krebs.
- Coenzima Q₁₀, L-carnitina y ácido α-lipoico para el transporte de electrones.
- Antioxidantes dietéticos (vitamina C/E, polifenoles) para mitigar ROS y favorecer adaptaciones al ejercicio.
⏰ Crononutrición y ritmos circadianos
Sincronizar las comidas con tu reloj biológico optimiza la expresión de genes mitocondriales y la eficiencia metabólica. Comer en ventanas regulares durante el día refuerza la señal "luz-nutrición-reloj" y evita desajustes que degradan función mitocondrial.
😴 Sueño reparador
Durante el sueño ocurre la "mito-restauración": se equilibran los niveles de ROS y se promueve la fusión/fisión mitocondrial necesaria para mantener la calidad orgánular y la respuesta inmunitaria rápida.
🧘 Gestión del estrés
El exceso de cortisol y catecolaminas potencia la producción de radicales libres y altera la dinámica mitocondrial. Prácticas como respiración consciente, meditación o biofeedback preservan la integridad mitocondrial.
⏳ Ayuno intermitente controlado
Sesiones periódicas de ayuno (p. ej. 12–16 h diarias o protocolos de 24 h semanales) activan Nrf2 y PGC-1α, promueven autofagia y biogénesis mitocondrial, y mejoran el balance energético.